Un proceso participativo para la construcción sostenible de vivienda pública para jóvenes
08 Mar 2022

Aquí mismo, a la vuelta*

Está aquí al lado,

Cerca,

aquí mismo

aquí al lado.

A la vuelta.

Ahí,

ahí, un poco más adelante,

te coge de camino.

Pero

mejor

vete por este lado. (2´)

Es mejor para ti

es mejor

[Camino rápido primo,

de vuelta a casa,

todavía,

camino rápido.]

Yo te voy a poner y a poner*

a tres cuartos las peras

y a dos las manzanas primita

y a tres las ciruelas (1)

Yo creo que te conozco

tú me suenas

¿De “quién eres”, dices?

Me suenas…

pero no caigo

ahora no caigo.

Da igual,

tu vente

que es mismo aquí

aquí al lado,

vente.

Caminas un poco más y ya llegas.

Vente conmigo.

Y llegamos y pasamos un rato

o me quedo yo,

¿Tú te quieres quedar?

Pues yo si.

Yo si me quedo.

Aquí mismo.

Porque quiero,

y porque puedo,

¿Tú puedes?

¿Tú quieres?

La Tana y la Juana

fueron por aceite

y las dos discutieron primita

con el dependiente (2)

Llámame

si te hace falta

claro

tú me llamas.

Y voy, si puedo

Voy contigo.

¿Tú cómo estás?

Dime.

O no.

O no digas nada

Yo me quedo aquí, igual.

A tu lado,

que está aquí mismo

Mismo aquí

A la vuelta

Al lado

Te vi por la corredera

como te estaba cayendo

una agüita calaera

Mismo aquí

A la vuelta

Si tú quieres, claro,

Y si puedes…

Cómo te estaba cayendo

a agüita calaera.** (3)

 * Poema publicado en “Ensayos sobre la ciudad y los cuidados. Hacia una arquitectura de los cuidados” Ed. Urban Bat. Bilbao. 2019. p. 231. 

** ” La Tana y la Juana.” Bulerías de Lebrija, Antonia Pozo ( 1909- ?).

NOTAS AL PIE:

(1) Comercio de proximidad

En una ciudad cuidadora, el comercio de proximidad es fundamental para articular una vida cotidiana compleja y rica. Lugares en los que nos podamos encontrar con las personas vecinas, donde tejer relaciones personales y sentimiento de comunidad.

Lugares que facilitan que ocurra la cohesión social, donde el conocernos nos hace sentir seguridad. El derecho a la autonomía, a ir caminando a por el pan y por el camino cruzarte cinco “buenos días”, con una movilidad cercana. Lugares donde compartir saberes cotidianos, “pues yo al gazpacho le echo pimiento”. Una trama urbana compleja, donde exista la mixticidad de usos, permite que en distintas horas del día haya actividad.

Te coge de camino, la ciudad que cuida incorpora los movimientos diversos de la vida cotidiana (de casa, al colegio de camino al trabajo comprar fruta que falta, acercarme al médico y pasar a ver a mi madre que estaba hoy algo pachucha…), no solo los lineales de la capa productiva (casa–trabajo, trabajo-casa). La ciudad que cuida a las personas que las habitan les hace posible acceder a todos los lugares

donde tienen que (o quieren) realizar sus actividades, de manera sencilla, próxima, permitiéndoles en su diversidad ser personas autónomas…

(2) Espacio público 

Una ciudad cuidadora vela porque el espacio público sea un lugar que nos permita encontrarnos, que favorezca nuestra vida cotidiana en todas sus capas, que permita jugar y descansar, que permita la sombra y el sol, que permita hablarnos y escucharnos, que no esté privatizado, que no dependa si puedo y quiero pagar un café para poder estar juntas, y que sea accesible para todos los cuerpos con sus distintas movilidades y realidades. Que permita hacer cosas juntas y solas. Que permita improvisar y que cosas distintas sean posibles…Que nos permita dialogar, donde el conflicto intrínseco a una vida compartida se incorpore a los procesos urbanos, y donde podamos acompañarnos las vidas.

(2’) Las violencias sobre los cuerpos

Nuestras ciudades y su espacio público también son el territorio donde ocurre, entre otras cosas, la normalización de la cosificación del cuerpo de las mujeres y las niñas (desde la publicidad sexista hasta el acoso callejero). Una ciudad cuidadora no invisibiliza la violencia sexual a la que están expuestas las mujeres y las niñas y cuida que el acceso a lo público y la participación en el disfrute de lo cultural y el ocio sea igual para todas las personas. Tampoco ignora o invisibiliza las realidades de diferencia de clase, la vida de los cuerpos racializados, las edades y sus

necesidades diversas…

(3) La vivienda

Una ciudad cuidadora es aquella en la que conocemos a nuestras vecinas, donde podemos pedir sal y donde alguien nos trae un “cardito con yerbabuena pal resfriao que es mu güeno” porque nos ha llovido “una agüita calaera”.

El fenómeno de la proliferación de apartamentos turísticos, por ejemplo, ha incorporado a la realidad cotidiana de las personas vecinas una intermitencia de “vecinas temporales” que genera percepción de inseguridad, y que dificulta el diálogo necesario en las convivencias colectivas y complejas de los edificios comunitarios y de nuestras calles.

Una ciudad cuidadora nos permite percibirnos parte de un barrio y, para

ello, tenemos que poder quedarnos a vivir en el lugar, tener alquileres accesibles y seguridad de poder seguir viviendo el tiempo que necesitemos.

De la obra «Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa» de Isabel Martín. A Fortiori Editorial, 2021.